Transantiago

A diario, como miles, llego a mi pega en Transantiago

Luego de un apretado viaje en la Línea 1, hasta Tobalaba, paso al recorrido expreso de la 4. Ese es lejos, muy agradable. La gente que va con dirección Puente Alto es poquísima en comparación con la que viene, por lo que sólo bastan mis audífonos para acomodarme en el asiento que elija (que es siempre el mismo).

Grecia es el punto siguiente del trayecto, donde tomo cualquier bus que me deje en la Municipalidad. Esa es la parte entretenida del viaje, ver como Avenida Grecia empieza a moverse con lentitud. Además, como está habilitado el corredor para buses, la vista es distinta. Me gusta observar a los que, igual que yo, van camino a su trabajo. Sigue leyendo

Valiente

Era una entrevista pendiente. De esas que te dan lata, que prefieres hacerte la loca y simplemente no hacerla, apelando a la hora de cierre.

No quería hacer la entrevista porque nunca he comulgado con el morbo periodístico, la cuña llorona y la pregunta malintencionada.

Sin embargo, no pude escabullirme. Ahí estaba. De frente a un grupo de mujeres víctimas de violencia intrafamiliar. Si. Heavy. Me sentía tan incómoda, tan confundida respecto a cómo hablar con ellas. Evitar a toda costa que la cosa se pusiera complicada.

Me presenté muy nerviosa. Les conté porqué estaba ahí, aclarando que si no querían responder las entendería, que podían guardar silencio y pedirme que saliera de allí.

Se quedaron mirándome por un rato. Hasta que una de ellas habló.

Cuántos años su marido le había pegado. Cuántas veces había pasado por afuera del Centro de la Mujer de Peñalolén sin entender mucho qué pasaba allí dentro. Al día siguiente que me casé, mi marido ya me estaba pegando, pero yo creía que eso era normal… es que una siempre cree que eso es normal.

Sentí miedo, mucho miedo de esa naturalidad, de esa normalidad con la que se enfrenta la violencia en las relaciones de pareja. Y se puso a llorar. Es que soy tan llorona! Pero, tomaba aire y seguía contándome todo lo que había cambiado en ella.

Me llamó la atención que esperaban a que las mirara para seguir contándome quiénes eran.

Esto fue una revolución para mi. Yo acá empecé a ser mujer. Y en una semana más firmo el divorcio con mi ex… y sabe que? ya no le tengo miedo.

Quise tener más tiempo y quedarme con ellas, hablando de cómo son ahora, de qué las mueve, que las estremece. Preguntarles si se sentían tranquilas, si se querían. Si se creían capaces de volver a querer a alguien más.

– Chiquillas, les tengo que tomar una foto. Pero si no quieren, lo entenderé. No se preocupen.

– Sabe, señorita Andrea, nosotros ya pasamos ese tiempo. Ahora somos valientes. No nos da miedo dar la cara.

– Además, que si nos ven la cara, puede que otras mujeres se atrevan, o no?

Claro, atine a responder. Tomé la foto, me despedí y salí. Preguntándome tantas cosas. Sintiéndome peor porque lloraron igual. Queriendo no saber qué se siente ser así de valiente.

En mi útero mando yo

Tercer día de manifestaciones frente al TC

Fotografía de Movimiento Anticoncepción

He pensado este post por muchos días. Empecé una pega nueva y quería ir contando acá como van las cosas… algo así como la bitácora que se supone escribí cuando estuve en la Estrella del Mar. Sin embargo, de eso sólo tengo algunas notas en mi libretita que iré desmenuzando cuando la pega avance.

Bueno, pero por qué cambió mi post. La verdad, porque estoy ¿enojada? Hace algunos días se filtró el veredicto del Tribunal Constitucional respecto a la distribución de la píldora del día después. La determinación declaraba inconstitucional su distribución y, de paso, dejaba en muy mal pie a otros métodos anticonceptivos.

Mi enojo se explica porque la petición fue presentada por un grupo de parlamentarios de la Alianza por Chile, medida que solicitó, incluso, que “sean excluidos de la norma, y por consiguiente proscritos por inconstitucionales, todos los métodos descritos en la normativa cuyo mecanismo de acción sea, entre otros, el de la alteración endometrial, por ser abortivos”.

Bien. Y que haremos ahora todas las mujeres de este país que por diversas razones debemos tomarnos una pastillita todos los días. Qué pasa con aquellas que por mil razones requieren la píldora del día después. Qué pasa con mujeres que utilizan el DIU cómo método. Cómo sigue nuestra vida sexual sin levonogestrel sólo porque un grupo de parlamentarios aliancistas avivó la cueca del Sr. Tribunal Constitucional. Eso es elegir en democracia?

Fue esta misma discusión la que sostuve hace algunos años con un abogado? católico. Comprendo que “ellos” la consideren abortiva. Pero no me parece que esa consideración nos condene a todas. Claro, seguramente, porque los ginecólogos del barrio alto podrán seguir practicando abortos en mocositas de 14 años y un día (como le gusta decir a Carlitos Larraín).

Pero, qué pasa con quienes sólo tienen el consultorio del sector como posibilidad? qué les queda? Ir donde la señora que hace abortos a la vuelta de la esquina y morirse desangradas? Porque es evidente que los abortos clandestinos no siempre terminan tan bien como los de las clínicas privadas. Que también son clandestinos, pero se entiende… o no?

En mi caso, tomo anticonceptivos desde los 18 años por un desorden hormonal, ovario poliquístico y todas esas cosas raras. En resumen, mi cuerpo no es capaz de producir por si sólo las hormonas que hacen posible cosas tan cotidianas como el periodo.

En mi caso, también, me hice la famosa “bomba” (espero que este post no lo encuentre mi vieja jaja) unos años atrás y créanme, es lo más desagradable que hay. Todo tu organismo reaccionando con lo que encuentre ante tamaña ingesta de hormonas. Náuseas, vómito, deshidratación… una pesadilla que ni mi clásico síndrome premenstrual ha superado.

Por eso, la cienca ha avanzado lo suficiente y la Píldora del Día después es más asimilable internamente. Y no. No he tomado la píldora. Porque un señor de Farmacias Cruz Verde me dijo que SU farmacia no estaba para eso (de esto hace como un año y medio y no en un barrio bien, por decirlo de alguna forma).

Qué niñita más irresponsable dirá usted, pero les cuento que los errores de cálculo quedaron en eso y hoy escribo este post, en vez de estar cambiando un pañal.

Pero, ¿qué habría pasado si no? Siempre me he proyectado como mamá malcriadora, tanto como mi vieja. Pero tengo claro que no es el mejor momento. Y también tengo claro que aquello de la maternidad es una decisión gigantesca. Prefiero ser irresponsable con una bomba hormonal que me tuvo media muerta por días antes que ser mamá sin tener certeza de que me la puedo sola (económicamente, claro).

Entonces… qué pasará con aquellas mujeres que no podrán optar? Si sé que fue una relación de riesgo, que el condón se rompió o peor aún, que fui víctima de una violación… qué me quedará por hacer? rogar a Dios que no esté embarazada? No creo que cuando ese hijo nazca los señores de la Alianza por Chile y menos los del Tribunal Constitucional me ayudarán con pañales y demases.

Me avergüenza que esto pase, especialmente, por ese arribismo tan chileno que nos pinta como progresistas, porque tenemos una mujer presidenta, porque somos “los ingleses de Latinoamérica”. Pfff… No sé por qué me sorprende tanto. La clase política y con poder de este país sigue caminando por una vereda distinta a la de sus ciudadanos. Y eso sólo demuestra lo rascas que somos.

Más Info:

Movimiento Anticoncepción

La Vergüenza del Día Antes por Francotirador

Mojadas por la Píldora por Miguel Paz (en este artículo, además, aparecen los “honorables” que presentaron la petición al TC