Yo le creo a Hinzpeter

Entre mi hermano Javier y yo hay 9 años de diferencia. Él nació el 91, yo el 82. Mis papás siempre explican “la demora” de una forma muy sencilla: “no queríamos que otro hijo nuestro naciera en la dictadura”. Fue tal su convicción que, a pesar de los intentos y tratamientos, mi hermano se negó a llegar hasta que se plebiscitó el regreso a la democracia y se eligió a don Patricio Aylwin como presidente de Chile.

Ayer, mientras veía la entrevista que le hicieron en Tolerancia Cero a Rodrigo Hinzpeter, ministro del Interior, me acordé de la explicación de mis papás. No porque esté pensando en que no tendré un hijo mientras esté la derecha en el poder- aunque no es algo descartable-. Me acordé de la explicación de mis papás porque sentí un poco de miedo al verlo en pantalla.

Entiendo que han pasado muchos años, que ahora vivimos en democracia, que Chile es un país muy distinto al que fue en dictadura. Pero sentí miedo igual. Porque le creí cada una de las palabras que dijo. Se ve que es un tipo sensato. Sin grandes pudores en mostrar un poco de perversión.

Primero, porque el Ministro del Interior afirmó sin arrugarse que en el Gobierno había personas “revisando” Twitter y leyendo lo que decían los periodistas. Sé que la pega de inteligencia es parte de cualquier gobierno y que deben leer a los periodistas porque son líderes de opinión para algunas personas. Sin embargo, el tono con que enfrentó al periodista Fernando Paulsen no me gustó.

Su enojo era evidente y sus palabras no ayudaban a hacernos creer que esa revisión sólo era un procedimiento de rutina aplicado por todos los gobiernos del mundo. Hinzpeter estaba molesto. Sin disposición a aceptar las críticas, sobrerreaccionando en cada respuesta e insistiendo que el gobierno durante este año lo ha hecho excelente. Sin errores. Cero falta.

Pensé en cambiar el canal. Obviando que no soy partidaria del gobierno actual, creo que es parte de mi profesión ver qué están diciendo los señores y señoras que dirigen el país. Así, yo empiece a putear cada vez que aparecen en pantalla. Pero, era domingo y no quería echar a perder mi día ocioso.

Tomé el control, cambié el canal pero parece que el señor ministro tenía más sorpresas para nosotros. Su grandilocuencia para destacar el primer año de Piñera en La Moneda tuvo su broche de oro cuando se atrevió a afirmar que “el tema de derechos humanos pasó hace mucho tiempo”. Y ahí si que volví a sentir miedo porque nuevamente le creía.

Entiendo perfectamente como funciona la democracia, pero eso no significa que, porque una coalición de gobierno fue partidaria del Golpe, se olvide de la justicia para todas las víctimas y sus familias.

Muchas personas, miles de personas en Chile han dado su vida para poder aclarar todos y cada uno de los casos de derechos humanos. Hace algunos días volvió a la discusión pública si el Presidente Salvador Allende realmente se suicidó. Ese es el caso más importante y el que menos se ha investigado, leí por ahí. Y para que este país logre reconciliarse, aunque sea en algo, primero debe garantizar que cada ciudadano tendrá justicia.

El hacinamiento en las cárceles ha servido para que la diputada Cristi plantee indultar a los detenidos por causas de derechos humanos porque sirvieron a la patria. Semanas atrás, el abogado representante del Ministerio del Interior en el caso Víctor Jara decidió no apelar para que fuesen detenidos 4 militares identificados como responsables de su crimen.

Por eso, cuando escuché al ministro Hinzpeter afirmar que el tema de derechos humanos pasó hace mucho tiempo no pude evitar creerle. Sentí pena y miedo. Pero no pude evitar creerle.

Me acordé de la represión en Rapa Nui. De la defensa desmedida a Jacqueline van Rysselberghe. De la represión estilo un paco por niño, como diría mi hermano en las marchas universitarias. Del caso del pakistaní acusado de terrorismo y de Manuel Olate que según el gobierno tenía vínculo con las FARC. Del ecuatoriano esposado y humillado por Carabineros porque cruzó con luz roja en la Alameda. De la violencia que sigue en contra de las comunidades mapuche en el sur.

Y me quedé pensando. Si van a dejar en un plano menos relevante la resolución de causas de violación a los derechos humanos, ¿qué queda para las demandas de los más pobres, de los trabajadores, de los estudiantes, de las mujeres, de los jóvenes, de los adultos mayores, de los discriminados? ¿De todos y cada uno de los ciudadanos y ciudadanas de este país que confían en el papel del Estado como garante de sus derechos más básicos?

Yo le creo, señor ministro. Con un dolor terrible, le creo.

No da lo Mismo

Yo voto Frei.

Porque creo en la libertad de decisión de las personas.

Porque no quiero que personas vinculadas al Opus Dei y a los Legionarios de Cristo terminen decidiendo los temas valóricos y morales de mi país.

Porque quiero que todas las mujeres de Chile puedan acceder sin problemas (y sin farmacias mediando) a la Píldora del Día Después.

Porque creo que somos libres de vivir nuestra sexualidad sin prejuicios ni condenas. Sigue leyendo

Vamos a decir que NO

Tenía 6 años.

Me acuerdo de las calcomanías del SI con una estrella y los colores patrios. La del NO tenía un arcoiris y, como además soy colorinche, claramente prefería coleccionar esas antes que las fomes del SI.

Me acuerdo de la casa de la tía Yoya, con Gonzalo insistiendo en darme autoadhesivos del SI y mis papás mirándome entre indignados y complicados. La tía Yoya nos arrendaba una casa, me malcriaba y además era nuestra vecina. Pero estaba a favor del SI. Sigue leyendo

En mi útero mando yo

Tercer día de manifestaciones frente al TC

Fotografía de Movimiento Anticoncepción

He pensado este post por muchos días. Empecé una pega nueva y quería ir contando acá como van las cosas… algo así como la bitácora que se supone escribí cuando estuve en la Estrella del Mar. Sin embargo, de eso sólo tengo algunas notas en mi libretita que iré desmenuzando cuando la pega avance.

Bueno, pero por qué cambió mi post. La verdad, porque estoy ¿enojada? Hace algunos días se filtró el veredicto del Tribunal Constitucional respecto a la distribución de la píldora del día después. La determinación declaraba inconstitucional su distribución y, de paso, dejaba en muy mal pie a otros métodos anticonceptivos.

Mi enojo se explica porque la petición fue presentada por un grupo de parlamentarios de la Alianza por Chile, medida que solicitó, incluso, que “sean excluidos de la norma, y por consiguiente proscritos por inconstitucionales, todos los métodos descritos en la normativa cuyo mecanismo de acción sea, entre otros, el de la alteración endometrial, por ser abortivos”.

Bien. Y que haremos ahora todas las mujeres de este país que por diversas razones debemos tomarnos una pastillita todos los días. Qué pasa con aquellas que por mil razones requieren la píldora del día después. Qué pasa con mujeres que utilizan el DIU cómo método. Cómo sigue nuestra vida sexual sin levonogestrel sólo porque un grupo de parlamentarios aliancistas avivó la cueca del Sr. Tribunal Constitucional. Eso es elegir en democracia?

Fue esta misma discusión la que sostuve hace algunos años con un abogado? católico. Comprendo que “ellos” la consideren abortiva. Pero no me parece que esa consideración nos condene a todas. Claro, seguramente, porque los ginecólogos del barrio alto podrán seguir practicando abortos en mocositas de 14 años y un día (como le gusta decir a Carlitos Larraín).

Pero, qué pasa con quienes sólo tienen el consultorio del sector como posibilidad? qué les queda? Ir donde la señora que hace abortos a la vuelta de la esquina y morirse desangradas? Porque es evidente que los abortos clandestinos no siempre terminan tan bien como los de las clínicas privadas. Que también son clandestinos, pero se entiende… o no?

En mi caso, tomo anticonceptivos desde los 18 años por un desorden hormonal, ovario poliquístico y todas esas cosas raras. En resumen, mi cuerpo no es capaz de producir por si sólo las hormonas que hacen posible cosas tan cotidianas como el periodo.

En mi caso, también, me hice la famosa “bomba” (espero que este post no lo encuentre mi vieja jaja) unos años atrás y créanme, es lo más desagradable que hay. Todo tu organismo reaccionando con lo que encuentre ante tamaña ingesta de hormonas. Náuseas, vómito, deshidratación… una pesadilla que ni mi clásico síndrome premenstrual ha superado.

Por eso, la cienca ha avanzado lo suficiente y la Píldora del Día después es más asimilable internamente. Y no. No he tomado la píldora. Porque un señor de Farmacias Cruz Verde me dijo que SU farmacia no estaba para eso (de esto hace como un año y medio y no en un barrio bien, por decirlo de alguna forma).

Qué niñita más irresponsable dirá usted, pero les cuento que los errores de cálculo quedaron en eso y hoy escribo este post, en vez de estar cambiando un pañal.

Pero, ¿qué habría pasado si no? Siempre me he proyectado como mamá malcriadora, tanto como mi vieja. Pero tengo claro que no es el mejor momento. Y también tengo claro que aquello de la maternidad es una decisión gigantesca. Prefiero ser irresponsable con una bomba hormonal que me tuvo media muerta por días antes que ser mamá sin tener certeza de que me la puedo sola (económicamente, claro).

Entonces… qué pasará con aquellas mujeres que no podrán optar? Si sé que fue una relación de riesgo, que el condón se rompió o peor aún, que fui víctima de una violación… qué me quedará por hacer? rogar a Dios que no esté embarazada? No creo que cuando ese hijo nazca los señores de la Alianza por Chile y menos los del Tribunal Constitucional me ayudarán con pañales y demases.

Me avergüenza que esto pase, especialmente, por ese arribismo tan chileno que nos pinta como progresistas, porque tenemos una mujer presidenta, porque somos “los ingleses de Latinoamérica”. Pfff… No sé por qué me sorprende tanto. La clase política y con poder de este país sigue caminando por una vereda distinta a la de sus ciudadanos. Y eso sólo demuestra lo rascas que somos.

Más Info:

Movimiento Anticoncepción

La Vergüenza del Día Antes por Francotirador

Mojadas por la Píldora por Miguel Paz (en este artículo, además, aparecen los “honorables” que presentaron la petición al TC

Espectacularizar o Vincular

* Escuela de Acción Comunitaria en pleno trabajo para mejorar el sistema de alcantarillado y desagüe de agua- lluvia de Puerto Aguirre. La EAC es una iniciativa de los vecinos del sector El Barrio apoyada por el CODIH – A.G.

Mucho se han analizado las formas que las personas utilizan para comunicar, los mecanismos y herramientas que poseen para ello. Paralelamente, día a día se perfecciona aún más el sistema de comunicación que abraza a todo el mundo, con un desarrollo tecnológico cada vez más acelerado. Otro tanto se ha hecho en el crecimiento de los mass media.

En una sociedad tecnologizada que vive en la lógica de la inmediatez, que necesita sólo de una conexión a Internet para entrar a la Aldea Global y que puede acceder, por esta vía, a una infinita cantidad de información, surge la duda de cómo afecta al diario vivir. Bombardeados por acontecimientos de todo el orbe, los ciudadanos tienden a apurar el tranco o a, simplemente, mantenerse al margen de la actual vorágine.

Sin embargo, hay quienes han (hemos) aprovechado ese “estar globalizados”, aprendiendo, copiando, difundiendo, enlazando, investigando, buscando similitudes o experiencias atractivas que les permitan su propio desarrollo.

Muchas comunidades se incentivan y se globaliza la idea de que se puede estar mejor, que la pobreza en África es repudiable, pero también sirve para preguntarnos qué sucede con nuestra propia pobreza, qué hacemos con ella, como tratamos de superarla sin caer en prácticas que la asistan en vez de comprenderla.

Precisamente, esa pregunta también tensiona el modo en que las personas demandan y reciben la información transmitida por los medios. El ideal democrático apela a la incorporación de nuevos discursos, nuevas temáticas que sean representativas de lo que sucede y que, por sobre todo, satisfagan las necesidades y expectativas de un público cada vez más exigente.

No obstante, con nuevos discursos circulando, ¿cómo el Periodismo logra responder a esa diversidad? ¿De qué modo una problemática tan mundial como la pobreza tiene cabida en la actividad periodística? ¿Qué tan accesibles son para aquellos que están al margen del Espacio Público en que se han convertido los medios tradicionales?

Aunque nuestra profesión nos exige obtener la información desde quienes se vinculen directamente con el hecho noticioso, operan ciertas lógicas que vician esa necesidad, especialmente cuando aquellos que pueden hacer uso público de su voz, han logrado identificar nuestro deseo de conseguir la información de primera fuente.

Los organismos y personajes públicos han entendido que deben ser aparatos productores de noticias, aspirando a convertirse en imprescindibles para la rutina periodística. Sin embargo, existen sectores que no poseen la “categoría” de fundamentales, por lo que permanecen marginados de nuestro ejercicio profesional cotidiano, dificultándose su derecho a hacer uso de su voz pública.

En este contexto, es necesario indagar respecto del papel que nos corresponde a los periodistas en los procesos de democratización. Por una parte, a través de los medios de comunicación, podemos incorporar nuevas voces públicas a la discusión. Por otra, fortalecer a aquellos sectores marginales para que puedan transformarse en fuentes necesarias para la rutina periodística, pero también para el debate en el espacio público.

Específicamente, en la relación entre los medios de comunicación y los pobres, los primeros no siempre ven a los pobres como agentes de cambio, que pueden participar de los procesos que nuestra sociedad vive. Así, se perpetúa una imagen de pobreza sin competencia ciudadana, quedando la idea de que los más pobres no tienen derecho a elegir lo que quieren ser, pues no saben cómo hacerlo.
Las comunidades marginales no tienen visibilidad en los medios nacionales – nuevo tipo de Espacio Público –, salvo cuando son vinculadas a situaciones más cercanas a tragedias o problemáticas sociales. Son menos las ocasiones en que se destaca a alguna comunidad marginal desde lo histórico.
Surge, así, la duda respecto de cuál es la labor del periodismo en torno a la pobreza: seguir espectacularizando desde lo contingente o comprometerse socialmente a facilitar la visibilidad histórica de estos sectores.

Si se elige esta última vía, lo interesante es ver que el “tipo” de periodismo se vincule, primero, con la comunidad, para luego establecer relación con lo “periodístico”. Es decir, la misión de un periodista se define desde el desafío de colaborar con el sector marginal para que pueda hacer visibles sus discursos, de acuerdo con su propia identidad, en el nuevo espacio público.

Sin Chimuchina

Alicia Vega y sus Talleres de Cine

Hace algunos días estuve en la ceremonia de entrega del Premio Pedro Sienna, que entrega el Consejo del Arte y la Industria Audiovisual, institución en la que trabajo. Allí se entrego el Premio de Reconocimiento especial a la producción chilena en distintas categorías, con La Vida me Mata, de Sebastián Silva, como gran ganador.Además, se entregó el Premio a la Trayectoria a la señora Alicia Vega, en reconocimiento a su destacada labor como educadora y formadora de cineastas. Y es aquí donde quiero detenerme. Sigue leyendo