Los días con Penny

Llevo días pensando este post.

Encontré las primeras fotos que le tomé a la Penny y me impresioné de lo chica, flaca, desconfiada y asustadiza que era. Corría , con su pata izquierda trasera suspendida en el aire, sin dirección clara, por toda la Escuelita de Peñalolén, donde vivía, llena de barro y mojada. A ratos, dejaba que le hiciera cariño, a cambio de galletas y miraba con cara de me vas a llevar, ¿cierto?.

Desde que le tomé esas fotos, han pasado 7 meses. 7 meses en los que ha subido 7 kilos (ya pesa 21) y ha hecho más de 7 maldades. A ratos, parece que no es mucho tiempo, pero todos los días siento que llegó a vivir con nosotros siendo muy pequeña, o al menos, sin saber nada de lo que sabe hoy.

La primera vez que comió en casa, vomitó por atarantada, porque seguramente, creía que le quitaríamos la comida. No sabía ni subir ni bajar las escaleras, se ponía tiesa y teníamos que subirla en brazos. Tampoco se había visto en un espejo, peleaba con su cola y aún le tiene miedo a las micros, a los poodles y a las personas con palos.

Aprendió a ladrar cuando necesita bajar al baño, a hacer gracias de perro (sit, la mano, down), a mear sólo en el balcón cuando no estamos para bajarla, a esperar a que le sirvan la comida y el agua, a mantenerse estoica frente a los kongs hasta que cerramos la puerta en la mañana cuando nos vamos a trabajar.

Enero vs agosto

Enero vs agosto

Los diarios siguen siendo su juguete favorito. No sirvió de nada invertir en kongs y cuerdas, porque, aunque las use, no sabe resistirse a un montón de diarios.

Dejó de romper su cama, después de 3 intentos de cama distintos y de optar por hacerle una nosotros, de su porte, con polar comprado en Independencia y con todo el algodón sintético de sus antiguas camas pet fun pitucas de supermercado.

Cuando la conocí era coja. Muy. Decidimos operar su pata trasera izquierda, primero porque sabíamos que le dolía e incomodaba mucho, y después, porque tenía toda la pinta de ser un tumor y no una fractura. Y si. Era un osteosarcoma, que extrajeron por completo de su hueso y que, 3 meses después de la operación, es como si no hubiese estado nunca. Tanto  que ya camina derechito.

Sabe que no puede subirse a la cama si uno no le pide que lo haga. Le encanta salir a pasear a pie o en auto. Ideal si es en auto. Se entusiasma más de la cuenta cada vez que dejamos un bolso en la puerta y le decimos ¿vamos? moviendo las llaves del auto.

Cuando vamos a la casa de mis viejos, vuelve agotada y su cansancio le puede durar días. Agota a todos los perros de Las Chacarillas con su energía.

Su lugar favorito de la vida, después de nuestra cama, es el Parque de Peñalolén, lo conoce y recorre largo rato cada vez que vamos.

Se esconde cuando sabe que le toca baño, pero aguanta digna hasta que termino de secarla. Odia cortarse las uñas, ir al veterinario y las radiografías.

Se pone feliz cada vez que llegamos y corre a toda velocidad cuando nos pierde de vista en la plaza o en el parque.

Aún no camina sin correa y odia el cabestrillo, tanto que camina a medias, frotándose la cara con las patas como si le hubiesen echado pica pica.

Si tuviera que adoptarla de nuevo, sabiendo todo lo que es capaz de hacer, sin duda la escogería de nuevo. Seguramente, nos hemos equivocado en varias cosas. Quizás algunos dirán que soy irresponsable y mala persona por tenerla en un departamento, por dejarla sola casi todo el día. Quizás tengan razón, quizás no. Mientras lo descubro, veo a la Penny, su cariño, su alegría y en el fondo, sé que no lo hemos hecho tan mal.

Puedes ver más fotos de Penny en su cuenta en Instagram.

 

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Un comentario en “Los días con Penny

  1. Caro dijo:

    Es bacán la Penny…nadie puede hacer mal la pega si la hace así, con todo el amor del mundo. Buenos humanos y buenos perrines <3

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