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Mientras buscaba material de contexto para este post un twitter de Radio Cooperativa me cuenta que un hombre asesinó con un cuchillo a su ex pareja en Cerro Navia. Alicia Urra murió luego de las reiteradas puñaladas que le propinó Benito Castro.

Con Alicia ya son 51 las mujeres que han muerto en Chile víctimas del femicidio.

Hoy en el informativo del mediodía de 24 horas mostraban a una mujer que había resultado con parte de su cara y espalda quemada luego que su ex pareja, quien tenía prohibición de acercarse, le tirara el agua contenida en un hervidor que recién se había apagado. Unos meses antes, el mismo hombre había amenazado con matar al hijo de días que ambos tenían.

Ayer una mujer en Viña aseguraba que su pareja no le pegaba, que ella lo había provocado y golpeado también… que no presentaría cargos.

Mientras otra mujer, de 22 años, recibía un martillazo (si, con un martillo!) en el cráneo propinado por su conviviente, Juan Quiroz, de 25 años, que la mantiene internada en el Hospital de Talca.

El martes 16 Mauricio Muñoz Quiroz era re-formalizado por homicidio frustrado, luego que el intentara asesinar a su esposa, Graciela Serey, con un punzón, el domingo 14. Sin embargo, Graciela retiró los cargos…. Al menos, en este caso, la Fiscalía seguirá adelante.

Muchas de las mujeres que son víctimas de violencia, seguramente, fueron hasta Carabineros a dejar constancia o hacer la denuncia. Incluso muchas de ellas contaban con protección policial…

Me pregunto qué pasará por la cabeza de un femicida… qué pensará antes de matar a esa mujer que dice amar… cómo elegirá el arma, preferirá golpearla hasta dejarla inconsicente, o apuñalarla una y otra vez hasta que se desangre. ¿Creerá que esa es una muestra de amor? Tendrá acaso la certeza que su mujer, sólo así, le pertenecerá a él y a nadie más.

Y la víctima…. qué se sentirá cuando es tu pareja, aquel hombre que elegiste porque te hacía sentir protegida, de pronto se enajena de esa manera. ¿En qué pensará esa mujer al ver que puede morir? En sus hijos, en que ese hombre no merece que ella siga a su lado, en que debió ratificar la denuncia, en que el sistema no la protege, en que sin el dinero que su pareja le entrega no puede seguir adelante. Quizás piense en cualquier cosa con tal de no gritar, de no sentir el dolor… pasar desapercibida…. porque si alguien llega seguramente después será peor.

El ser humano no deja de sorprenderme nunca. Siento que al final, el sufrimiento de esas mujeres es tanto que, simplemente, asimilan el dolor, lo naturalizan a tal punto que olvidan su vida sin él.

¿En que habrá pensado Alicia y las otras 50 que, tristemente, le preceden antes de morir? ¿Habrá comprendido lo que estaba sucediendo? ¿Se habrá preguntado de qué sirvió irse de Viña si su ex pareja la encontró igual?

Trato de imaginarme alguna posible respuesta y no lo consigo bien. Trato de ponerme en el lugar de esas mujeres y no puedo. Pienso que haría yo en una situación similar y, claramente, la solución sería denunciar.

Pero, después pienso, qué pasaría si el carabinero que me atiende en la comisaria cree que exagero, si me hace sentir que, a lo mejor, lo merezco, que un zamarreo no es nada, que quien te quiere te aporrea…. que, quizás está enamorado el hombre.

Me pregunto cuántos más cuestionarían la denuncia. Cuántos dirían que es mejor dejar las cosas así, que hay que dar oportunidades, que las personas cambian, que no lo hace de mala persona… que cualquiera se equivoca.

Quizás cuántos dudaron de los testimonios de las 51 mujeres que ya han muerto. Quizás cuantos dudan o callan la violencia en contra de las que han logrado sobrevivir.

Cuántos niños aprenderán de esa violencia… cuántas niñas creerán que eso es amor…

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